Cáncer de mama: síntomas y detección precoz

Si hablamos de cáncer de mama, llegar a tiempo es una cuestión clave.

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Si hablamos de cáncer de mama, llegar a tiempo es una cuestión clave.

El cáncer de mama, con sus repercusiones físicas, psicológicas y económicas, es el de mayor incidencia en población femenina a nivel mundial, y supone un importante problema de salud en España, donde se espera que se diagnostiquen 35.001 nuevos casos este año.


A pesar de los avances diagnósticos y terapéuticos, el pronóstico depende todavía en gran medida de la extensión de la enfermedad en el momento en que la detectamos, de ahí que para poder ofrecer un tratamiento efectivo y aumentar las posibilidades de curación, el diagnóstico precoz es esencial.


Y es que, en los últimos años hemos asistido a un incremento en la detección del cáncer de mama: no solo llegamos más, ahora también podemos llegar antes.


¿Cómo se detecta precozmente el cáncer de mama?


No sabría deciros bien cuándo se extendió la popular creencia de que la realización de una autoexploración mamaria rutinaria es una herramienta eficaz para este fin, pero la ciencia lo deja claro: ni es útil en el diagnóstico temprano, ni salva vidas.


Las lesiones malignas son inicialmente microscópicas y, a medida que evolucionan en el tiempo, su tamaño va en aumento; por eso, por definición, en un estado inicial de la enfermedad una lesión pasaría desapercibida a la autopalpación mamaria.


Pero, si algo tenemos que agradecer a estas campañas, es el haber puesto el foco en la salud de la mujer, que siempre ha estado a la cola, y en nuestras mamas, un territorio tradicionalmente tabú.


Así, la recomendación actual aboga, más bien, por educar a la mujer en la autoconciencia de su propio cuerpo y en el conocimiento de sus mamas, y así poder detectar cualquier cambio inusual. De esta forma, la autoexploración rutinaria permanecería solo vigente en aquellas mujeres con antecedentes genéticos de riesgo o familiares.


En cualquier caso, sí es necesario conocer los síntomas de alarma que se asocian comúnmente al cáncer de mama, y que deben instarnos a buscar atención médica: palpación de un nódulo en la mama o axila, retracción o secreción a través del pezón, la conocida piel de naranja, asimetrías, aparición de venas marcadas o de áreas endurecidas, entre otros.


Afortunadamente, el peso del diagnóstico precoz no recae sobre las manos de cada una, y contamos con métodos de cribado y detección precoz que permiten adelantar la sospecha mucho antes de que aparezcan esos síntomas.


Pruebas de detección del cáncer de mama


Un programa de cribado va dirigido a un grupo asintomático de la población que se somete de forma voluntaria a una prueba, con el objetivo no de realizar un diagnóstico definitivo, al que se llegará mediante otras pruebas añadidas, sino de diferenciar quiénes pueden padecer la enfermedad y quiénes no es probable que la presenten.


En la actualidad, existen varios métodos de cribado orientados a la detección precoz del cáncer de mama, siendo la mamografía pieza clave como prueba más extendida, sensible y efectiva.


La mamografía es una exploración radiológica que busca detectar lesiones sospechosas en mujeres asintomáticas antes de que podamos palparlas. Habitualmente, consiste en la realización de dos proyecciones oblicuas y craneocaudales de ambas mamas, e implica comprimir la mama (sí, sé que molesta, pero es necesario), para restringir el movimiento, separar los tejidos que la componen, y para minimizar la dosis de radiación que recibe.


Esta técnica tiene una elevada probabilidad de detectar una lesión maligna cuando existe, y destaca por haber demostrado disminuir la mortalidad por cáncer de mama en hasta un 20-30%. Sin embargo, puede presentar también algunas limitaciones y, ante una lesión de sospecha, será necesario completar el estudio con otras pruebas.


Es el caso de la ecografía, una prueba que requiere de una buena técnica de quien la realiza, y que a menudo complementa a la mamografía. Es especialmente útil en mujeres jóvenes donde unas mamas más densas pueden dificultar el diagnóstico, y en mujeres portadoras de prótesis mamarias en las que el estudio no haya podido realizarse de forma satisfactoria con mamografía.


La resonancia mamaria es también otra imagen diagnóstica que cobra especial importancia en mamas densas con poca grasa, y que se emplea de forma habitual para evaluar la extensión de la enfermedad cuando avanzamos en su diagnóstico. Además, forma parte también del protocolo de seguimiento rutinario en la paciente con cáncer de mama hereditario, en un intento por adelantarnos a un segundo diagnóstico.


Pero hasta aquí hablamos solo de una sospecha. Será la toma de una biopsia y el estudio posterior de la muestra el que nos pueda conducir a confirmar el diagnóstico cuando la sospecha sea alta.



¿Cuándo se debe hacer la primera mamografía?


Existe consenso generalizado entre expertos para recomendar la primera mamografía a partir de los 45 años en mujeres con un riesgo medio de desarrollar cáncer de mama. En el caso de mujeres con una mutación asociada confirmada o con un riesgo incrementado, el inicio del cribado debería individualizarse.


Actualmente, se ofrece a las mujeres de 50 a 69 años participar en el cribado mamográfico del cáncer de mama, con la realización de mamografías cada 2 años, y recientemente se ha aceptado la ampliación a los grupos de 47-49 y 70-71 años de forma generalizada.


La evidencia disponible demuestra que la mamografía reduce la mortalidad por cáncer de mama, pero la magnitud de ese beneficio varía por grupos de edad. Así, es en mujeres de 50 años o más donde contamos con datos firmes.


No obstante, parece lógico que un estado temprano al diagnóstico está íntimamente relacionado con la supervivencia, y es por eso que a pesar de la falta de evidencia debemos recomendar la inclusión de mujeres de 45 a 49 años en los programas de cribado, y no prolongarlo más allá de los 74.


Llegado este punto, es importante hacer hincapié en la necesidad de conocer nuestro cuerpo para detectar posibles cambios, destacando que el verdadero pilar en el diagnóstico precoz del cáncer de mama es la mamografía.