La sobreactivación que tiene nuestro sistema nervioso es tremenda, estamos hiperestimulados con anuncios, noticias, redes, información por todas partes. Salir del modo piloto automático y conectar con el momento presente se vuelve una tarea ardua, pero no imposible.
Veamos algunas de las formas de conectar contigo mismo, con el presente y disfrutar del placer de comer, de los colores y olores de los platos compartidos contigo mismo o con tu gente.
Alimentación consciente, ¿qué es?
La alimentación consciente se basa en conectar con el momento actual, observando las señales fisiológicas, escuchando a nuestro cuerpo con atención plena. Valorando los pensamientos y emociones alrededor de la mesa.
Es una herramienta clave para cualquier persona, independientemente de la alimentación que lleve. Si no comemos de forma consciente, podríamos incluso advertir, que se vuelve difícil lo saludable. Más allá de la elección, de las características del alimento, nos encontramos ante lo más básico y esencial, la forma que tenemos de comerlo.
Nuestra digestión, y por tanto, la absorción de nutrientes, se ve afectada si comemos de una forma acelerada. Seguro que has vivido alguna experiencia similar a lo que te voy a contar, esa pesadez, hinchazón y malestar consecuencia de un gazpacho bebido de trago, un puñado de frutos secos corriendo mientras sales de casa, un bocadillo de dos bocados en el descanso del trabajo o comer sin masticar mirando una pantalla.
Un mismo alimento puede generar malestar un día y otro sentarte divinamente, entre otros factores, aquí está influyendo tu grado de tensión, de aceleración, cómo de activado está tu sistema nervioso. En ocasiones, los culpables de los síntomas no son los alimentos, si no la forma de comerlos.
Las vacaciones o el ritmo más suave de verano, muchas veces nos permite estar más presentes, observando el agua del mar o de la piscina, pero también oliendo el plato y observando sus formas y colores antes de comerlo.
Sea cual sea el contexto que tienes mientras lees esto, con niños subiendo por las paredes, con la bandeja de entrada del correo echando humo o con un libro tranquilamente en la playa. Tú próxima comida se merece tu presencia, que prestes atención mientras masticas, que saborees lentamente y que disfrutes del momento.
Es una forma espectacular de honrar a tu cuerpo, que se encarga de digerir, absorber y metabolizar infinidad de nutrientes, para, entre otras cosas, darte energía.
Dentro del movimiento de vida lenta o slow life encontramos el mindful eating, basado en esto mismo que estamos hablando, en comer consciente, disfrutando y conectando con el momento.
Alguna vez te ha pasado, que sólo pensar en un alimento, empiezas a salivar. Esa es la capacidad que tiene nuestro cerebro de recordar el placer.
¿Cómo practicar la alimentación consciente?
Primeramente, respira. En serio, así de fácil, escucha a tu cuerpo mientras el aire entra. Observa puntos de tensión, tal vez tus dientes están apretados, tus dedos encogidos o tu cuello agarrotado. Continuamente somatizamos y el cuerpo habla de lo que la mente calla.
Te dejo por aquí los 7 pasos clave para una alimentación consciente:
1. Cuida el entorno, siempre, siempre, come sentada. Busca un lugar tranquilo, alejado de ruidos innecesarios, del móvil, de la televisión.
2. Evita el ruido visual, una mesa llena de cosas, un ambiente desordenado, inevitablemente te generará tensión.
3. Si no tienes tiempo para comer, no comas. Es mejor hacer descansos digestivos, ciertos ayunos y comer algo rápido.
4. Observa lo que dice tu cuerpo, ¿tienes sensación de hambre?
5. Diferencia entre el hambre fisiológica ``hambre real´´ y los antojos de alimentos concretos, si sólo te apetece una cosa y no te entraría un plato completo, más elaborado, no sería hambre fisiológica.
6. Pon todos tus sentidos en ese alimento, cómo huele, cómo sabe, cómo cruje, la textura que tiene.
7. Cuida los detalles, la comida entra por los ojos, es el escaparate inicial, cuida mucho el aspecto y pon bonitos tus platos.
Los beneficios de la alimentación consciente
La conexión con el presente, no sólo nos aporta calma y baja las revoluciones, también tiene beneficios para nuestro cuerpo y nuestra salud:
- Ayuda a deshacerte de los malos hábitos, ya que realizarás elecciones más conscientes.
- Disminuirá tu ansiedad por la comida, esa sensación de no poder parar de comer, de necesitar llenar un vacío con comida hasta sentir una sensación de plenitud inmensa, desaparece.
- Recuperarás tus sensaciones de hambre y saciedad. Las hormonas leptina y ghrelina se desajustan cuando comemos porque toca, en lugar de por hambre, volviéndose difícil reconocer las señales.
- Menos probabilidad de atracón, ya que nos ayuda a evitar comer de forma impulsiva y descontrolada.
- Mejora tu salud gastrointestinal, el estómago no tiene dientes, cuando masticamos de una forma más consciente, empezamos a producir amilasa salival, una de las enzimas que empezará a descomponer los alimentos, favoreciendo la función posterior del estómago.
- Ayudará a nuestra microbiota, ya que el alimento llega al intestino en mejor estado.
Recetas para una alimentación consciente
Empieza por recetas sencillas, que te permiten saborear cada alimento, que te permitan disfrutar del frescor y de los colores vivos.
Busca alimentos de temporada, que tengan las características organolépticas en su mejor momento. Te animo a empezar por una fruta, una paraguaya por ejemplo, que están en temporada y llenas de sabor.
Ejemplos de recetas para practicar la alimentación consciente:
- Ensalada de verano, con canónigos, dados de remolacha, cebolla encurtida, trocitos de naranja y anacardos tostados.
- Tostada de trigo sarraceno con tahini de sésamo y caballa en AOVE por encima, coronado con unas semillas de lino.
- Mermelada de semillas de chía con arándanos sobre un yogur de coco.
- Helados caseros con plátano congelado y leche de coco, bañados en chocolate negro.
Sea cómo sea, la forma que tienes de alimentarte, recuerda que, cualquier dieta puede basarse en la alimentación consciente. Empieza a practicar hoy mismo.