En este artículo se trata un tema fundamental en los tiempos que corren: la dieta antiinflamatoria.
La inflamación toca a todos muy de cerca, mucho más de lo que se piensa. También es cierto, que la palabra “inflamación” puede crear cierta ambigüedad, por eso es muy probable que a día de hoy aún no tengas del todo claro si estás inflamado o no.
La hinchazón, el enrojecimiento, el calor, el dolor o picor son algunos de los síntomas de la inflamación. Una picadura de mosquito es un buen ejemplo de ello.
Pero esta inflamación de carácter puntual, llamada “aguda”, es una respuesta inmediata y beneficiosa porque es la manera que tiene el cuerpo de señalar a la inmunidad que existe un problema puntual que reparar. El problema viene frente a una inflamación más cronificada, llamada de “bajo grado”, duradera en el tiempo y silenciosa porque duele, y es el origen de todas las enfermedades.
Se genera a causa de un factor estresor duradero en el tiempo, y que de tanto solicitar y estimular la respuesta inmunitaria, acaba por agotarla.
¿Por qué se produce la inflamación?
- Uno de los factores más comunes es la exposición prolongada a tóxicos ambientales, tanto los contaminantes que se encuentran en casa como en la alimentación y fuera, en el medioambiente.
- Otros factores a tener en cuenta son la obesidad, una microbiota intestinal alterada o un colon excesivamente permeable: en el intestino se encuentra más del 70% de la inmunidad!
- El estrés, una dieta desequilibrada y el sedentarismo son otros grandes factores que promueven un estado de inflamación de bajo grado, y es por eso que el aporte de alimentos antiinflamatorios, así como la incorporación del ejercicio diario junto con una buena gestión del estrés son tan necesarios.
¿Qué comer en una dieta antiinflamatoria?
La base es la dieta y es necesario aportar alimentos limpios, ecológicos, naturales, y que regulen esta inflamación. ¿Cómo? Pues manteniendo una glucemia estable en sangre y un buen equilibrio de grasas esenciales omega 6 y omega 3, además de sumar poder depurativo y antioxidante en el plato.
Esto es posible conseguirlo reduciendo el consumo de refinados y procesados.
A saber que cada pico de insulina, provoca inflamación. Por eso algunas de las mejores fuentes de hidratos de carbono son, además de los vegetales y frutas, los tubérculos. El boniato, la yuca, el topinambo y la patata son buenos ejemplos de ello, porque son ricos en fibra fermentable para la microbiota y no alteran los niveles de azúcar en sangre.
También la avena, el arroz integral y el trigo sarraceno se benefician de este tipo de cocción, y son excelentes fuentes de fibra prebiótica y nutrientes de calidad, además de aportar energía estable a cuerpo y mente.
¿Qué fruta y verdura ayuda a desinflamar?
En cuanto a las verduras y frutas, cada pigmento representa un tipo de antioxidante diferente. Y eso es un tesoro para las células ya que se enfrentan a la acción oxidativa diaria del estrés, un proceso que con el tiempo, acaba causando inflamación.
A destacar por ejemplo las crucíferas, como el brócoli o la col lombarda, todas las hojas verdes, las alcachofas, los espárragos verdes, la calabaza, las zanahorias y sus tallos, los pimientos, el tomate, los cítricos, la granada, las uvas, el arándano y todos los frutos rojos, el melón, la sandía, y todo pigmento vegetal de temporada.
Las legumbres, los granos y los cereales integrales son interesantes porque aportan proteína vegetal. Y para que sean digestivos, se recomienda acompañarlos de hinojo, algas y miso. Y hablando de digestiones, las raíces que no pueden faltar en tu despensa antiinflamatoria y digestiva son el jengibre y la cúrcuma.
Por cierto, las grasas son fundamentales en una dieta antiinflamatoria, pero las de calidad. Son buenas fuentes de ello, el pescado azul pequeño, las semillas de chía y lino, los frutos secos, el aguacate y las algas.
Y como bebida predilecta antioxidante, el té verde Matcha, más rico en antioxidantes que el té verde común, y también del cacao, rico en polifenoles y que además, aporta un lado reconfortante sin igual.
En definitiva, adoptar una dieta antiinflamatoria puede ser fácil y una manera deliciosa de cuidar cuerpo y mente.
¡Recuerda!
Valorar toda pauta dietética junto con tu médico o profesional de la salud, para que pueda asesorarte de manera personalizada, tal y como te merece.
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